Quién iba a pensar que una joven humilde estaría ahorrando todos los meses de su vida para una causa noble. Pero Sylvia Bloom, tenía claro su panorama y sin ninguna interrupción fue ahorrando hasta tener una fortuna que finalmente fue donada.
Llevaba una vida dedicada al trabajo y sin grandes lujos, pero nadie podía imaginar que Sylvia Bloom había acumulado una gran fortuna que acabaría dedicando a una buena causa. Ni siquiera sus familiares y amigos conocían los planes solidarios de esta humilde secretaria.
Sylvia donó más de 6 millones de dólares al servicio social Henry Street Settlement. Quería que los jóvenes más necesitados también tuviesen oportunidades de prepararse e ir a la universidad. Jane Lockshin, su sobrina, es la que se ha encargado de cumplirlo dedicando parte de la fortuna a la causa.
Lee también: Siete inventos de mujeres que han cambiado nuestras vidas
Sylvia Bloom pasó toda su vida trabajando hasta que se jubiló a los 96 años. Murió poco tiempo después, en 2016. Ella, hija de inmigrantes de Europa del Este, tuvo que colaborar desde muy joven con la economía familiar. Su actividad laboral la compaginaba con las clases a las que asistía por las noches. En 1947 comenzó a trabajar en un pequeño bufete de abogados de Wall Street, que creció hasta convertirse en Cleary Gottilieb Steen & Hamilton, una empresa con más de 1.200 empleados en su plantilla.
La solidaria mujer trabajó como secretaria en la misma oficina durante 67 años. Aunque en su vida no había grandes lujos, nadie sospechaba que Sylvia Bloom había ahorrado una fortuna que superaba los 9 millones de dólares. Ni siquiera sus familiares y amigos podían imaginarlo. Se enteraron cuando ya había fallecido. “Supongo que pensaba que era algo que solo le incumbía a ella”, dijo su sobrina en declaraciones al New York Times.
Bloom se implicaba en las inversiones personales de sus jefes. Gestionaba la compra de acciones de ellos y realizaba la misma inversión a su nombre, aunque con una cantidad menor. Distribuyó sus ahorros hasta en once bancos y tres casas de bolsa diferentes. Estaba casada con Raymong Margolies, un bombero dedicado a la enseñanza que trabajó en una farmacia tras jubilarse. Vivían en un humilde apartamento y podían haber residido en una de las mejores casas de la ciudad, pero Bloom tenía otros planes muy solidarios.
Con información de: Lecturas